El artista antes conocido como….

junio 4, 2008 at 12:04 pm Deja un comentario

El nombre es uno de los capitales más valiosos de una banda o un músico. Y a lo largo de la historia de la música existen ejemplos de reconocidos artistas que lo despilfarraron luego de cambiar su identidad. Otros apelaron a seudónimos por simple diversión o para embarcarse en proyectos sin el peso de su fama.

“Un nombre es lo más valioso que uno puede tener”, rezaba hace algunos años un spot publicitario de Banco RIO. Y si se trata de una banda o una figura reconocida de la música, el nombre se transforma en una marca registrada que establece una identificación muy fuerte con la imagen y la obra de quien/es lo porta/n. Tan fuerte es esa asociación que un cambio de identidad puede atentar contra el futuro del rebautizado artista.

Los antecedentes indican que conviene no andar dando bandazos por la vida y mantener al público en la seguridad de que sabe a qué se enfrenta. En caso contrario, la esquizofrenia del músico conduce, irremisiblemente, al olvido inmediato sin la más mínima piedad.

Madonna es el último caso, aunque por ahora no está claro en qué acabará todo. Louise Veronica Ciccone -su auténtico nombre- comunicó a mediados del 2004 en una entrevista al canal televisivo estadounidense ABC que pasaba a ser Esther. La razón del cambio se debe a su identificación con el personaje bíblico del mismo nombre, y a sus años de práctica del estudio de la Cábala, teosofía esotérica derivada de la lectura del judaísmo más antiguo. En el Antiguo Testamento de la Biblia, Esther fue la reina que salvó a los judíos de una matanza, acontecimiento recordado en la festividad judía del Purim.

No obstante, reconociendo su especial devoción y olfato para los negocios, y que seguro conoce bien los casos de aquellos que la precedieron, no parece fácil que se decida a correr el riesgo. ¿Seguirá la “chica material” utilizando el nombre de Madonna en las tapas de sus discos y en sus lucrativas giras? ¿Se olvidará de Esther tan rápidamente como abrazó su nueva fe?

No tiene más que recordar el caso de Prince y seguro que se lo piensa. El de Minneapolis, después de ser el artista negro más creativo de la década de 1980, decidió, a principios de los 90, que, desde ese momento, cambiaba su nombre por el de TAPKAP –The Artist Previously Known as Prince, El artista antes conocido como Prince-.

En su caso, todo aquello coincidió con su etapa de enfrentamiento con su discográfica, que se negaba a editar los cientos de canciones que el prolífico artista grababa indiscriminadamente, un episodio que tuvo su punto más reivindicativo cuando apareció en público con la palabra “esclavo” escrita en sus mejillas.

Podría haber terminado ahí, pero no. Después se inventó un símbolo para identificarse, tan complicado de reproducir que sólo podía escribirse manualmente. Su compañía tuvo que remitir urgentemente a los medios de comunicación archivos en los que aparecía el susodicho símbolo para que fuera posible transcribirlo en letra impresa. Si a alguien le pareció que el tema estaba más o menos bajo control, Prince rompió todos los esquemas al anunciar un nuevo nombre: Víctor.

Para cuando se cansó y claudicó, retomando el nombre de Prince, a nadie en el mundo le importaba ya lo más mínimo. Su carrera comercial había caído en picada y tan sólo sus presentaciones en vivo mantenían su figura de actualidad, aunque hubiera que leerse los carteles un par de veces para saber con qué nombre actuaba.

Terence Trent D’Arby le siguió los pasos, y no sólo en lo musical. Tras un primer disco plagado de éxitos, “Introducing The Hardline According To Terence Trent D’Arby”, nunca volvió a conseguir la misma relevancia pública, ni siquiera cuando fue contratado para suplir al fallecido Michael Hutchence al frente de INXS. Así que, cuando reapareció como Sananda Maitreya, según él debido a una orden que había recibido en un sueño, pocos se lo tomaron en serio. Los conciertos de Sananda Maitreya de los últimos tiempos se anunciaban, cómo no, como el artista antes conocido como Terence Trent D’Arby.

La fe fue la que motivó que uno de los grandes artistas de los 70 a nivel comercial dejara de ser Cat Stevens para pasar a llamarse Yusuf Islam. Evidentemente, con la palabra Islam en su nombre, quedaba clara su conversión. En su caso, su carrera no empezó una cuesta abajo sin final visible, sino que se negó a seguir grabando y editando discos.

El cambio puede reducirse a quitarse el diminutivo para recuperar su verdadero nombre, como intentó Debbie Harry de Blondie con su carrera en solitario, al decidir pasar a ser Deborah, un movimiento que más parecía querer ser un signo de madurez con el que dejar atrás el pop de sus inicios.

También se puede reducir a un sencillo cambio de apellidos. John Cougar pasó a ser John Cougar Mellencamp, justo antes de decidirse por John Mellencamp. Daba igual: tanto Debbie como John no consiguieron con sus nuevas encarnaciones el éxito de antaño.

En el caso de John Lydon, lo cierto es que tuvo una digna carrera al frente de Public Image Limited (PIL). Sin embargo, es consciente de que su verdadera huella en la historia del rock la dejó cuando se hacía llamar Johnny Rotten –Juancito Podrido- al frente de los Sex Pistols.

Distinto es el caso de aquellos que utilizan otros nombres para ocasiones muy especiales, sobre todo conciertos únicos o grabaciones especiales, y que siguen con su nombre de siempre el resto de las veinticuatro horas del día. REM triunfó en un pequeño club londinense en 1991 como Bingo Hand Job , alcanzándose en la reventa cifras astronómicas para conseguir una entrada, después de que se corriera la voz por toda la ciudad.

Sin embargo, a sus amigos de U2, disfrazados como The Daltons -se supone que un grupo de country- y teloneándose a sí mismos en su gira americana, nadie les hizo caso. En la gira de The Joshua Tree de 1987 aparecieron en escena dos veces: el 1 de noviembre en Indianápolis y el 18 del mismo mes en Los Ángeles. Poco después, el 12 de diciembre en Virginia, su lugar fue ocupado por miembros de su equipo. La última aparición pública de U2 como The Daltons se produjo en la ceremonia de entrega de los Grammy de 1989.

Integrantes de ambos grupos, REM y U2, tocaron juntos en una única ocasión, con motivo de la investidura del presidente Bill Clinton. Michael Stipe y Peter Back, de REM, junto a Adam Clayton y Larry Mullen, de U2, aparecieron con el nombre de Automatic Baby (en referencia a dos de sus discos de más éxito, Automatic For The People de REM y Achtung Baby de U2), para interpretar una única canción, «One», de los irlandeses.

Por su parte, los Sex Pistols llegaron a presentarse de muy distintas maneras, entre ellas la de The Spots, acrónimo de Sex Pistols On Tour Secretly -Sex Pistols de gira secreta-.

Más cerca en el tiempo, los Franz Ferdinand utilizaron el nombre de A Touch Of Velvet para poder adelantar en pequeños clubes las canciones que formarían parte de su segundo disco.

Sin embargo, esta tentación por adquirir una nueva identidad viene de los comienzos del rock. Hasta Los Beatles coquetearon con un nombre ficticio que no llegaron a utilizar, Ricky And The Red Streaks. Lo propuso Paul McCartney para irse de gira e incluso se llegó a programar una actuación en Alemania para el grupo con esa nueva denominación en la época del disco «Let It Be».

Después, cada uno de los Fabulosos Cuatro utilizó distintos seudónimos en sus carreras solistas. John Lennon fue, entre otros, Reverend Thumbs Ghurkin, Mel Torment, Dr. Winston, Booker Table And The Maitre D’s, The Reverend Fred Gherkin, Beatcomber, Kaptain Kundalini, Mr. Leslie o Dwarf McDougal; Paul McCartney se convirtió en Percy Thrillington, Billy Martin, Apollo C. Vermouth o The Fireman para un disco que editó con el productor Youth; George Harrison apareció como Son Of Harry, Hari Georgeson, Jai Raj Harisein o L’Angelo Misterioso; finalmente, Ringo Starr se hizo pasar por Ognir Rats, Roy Dyke o Richie Snare.

«Mi nombre es…», fue el primer hit del rappero Eminem. Y no se sabe si lo tenía muy claro entonces, porque se presentó en sus discos con diversas encarnaciones, como Marshall Matthers o Slim Shady.

En cualquier caso, todos tenían claro el nombre que les daba de comer y sólo hicieron uso de sus alter egos para aventuras esporádicas. Por eso, lo de Madonna transformándose en Esther está por verse.

http://www.diversica.com/musica/archivos/2005/07/el-artista-antes-conocido-como.php

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